Según el Instituto Nacional de Estadística (INE), en nuestro país hay 26.623.708 viviendas, de las cuales 3.837.328 están vacías y 12.618.786 se han construido a partir de 1981, lo que indica que más de la mitad del parque edificatorio es anterior a los años 80, de ahí la importancia de realizar las reformas eléctricas para reducir los riesgos eléctricos de un edificio o una vivienda unifamiliar.
Otro de los datos que queremos resaltar es que anualmente se registran unas 700.000 incidencias relacionadas con la instalación eléctrica y la mayoría de ellas se producen por el fallo del arco eléctrico. Las conexiones que presentan defectos en una instalación pueden provocar la carbonización de las mismas y del cableado, efecto que comportará un mayor flujo de corriente incrementando las posibilidades de un incendio.
Un fallo de un arco se suele producir por una mala conexión, la rotura de un aislamiento o el doblamiento de un cable que generan un pequeño arco y acaban produciendo un incendio eléctrico. Algunos ejemplos cotidianos que dan lugar al fallo son el aplastamiento de cables por puertas y ventanas o al arrastrar muebles que hacen que se produzca la rotura del cable, contactos y conexiones sueltas y mordeduras de roedores, sobre todo, en instalaciones al aire libre.
El Reglamento Electrotécnico de Baja Tensión, en la nueva guía ITC-BT-24, recomienda la instalación de medidas contra el arco eléctrico. Los detectores de arco (también denominados AFDD) se instalan fácilmente en los cuadros eléctricos con otros equipos de protección y están diseñados para proteger un sistema eléctrico, detectando al momento un arco peligroso. El dispositivo detecta los fallos de arco eléctrico y se dispara automáticamente para ayudar a prevenir los incendios eléctricos
El detector también evita la necesidad de disponer tres dispositivos de protección por separado, ya que agrupa las funciones de protección de un interruptor diferencial, un pequeño interruptor automático y un dispositivo de detección de fallos de arco para protegerse contra las descargas eléctricas, las sobrecorrientes, así como los cortocircuitos o los fallos de arco en los cables de alimentación